Despiértame cuando acabe septiembre se desarrolla en dos escenarios muy diferentes pero llenos de similitudes. La historia se inicia en un pequeño pueblo de La Albufera valenciana. No se trata de ningún pueblo en particular, ni siquiera conozco esa zona en profundidad. Tanto el personaje de Amparo como el pueblo valenciano provienen de un artículo que leí en alguna parte sobre la vida de una mujer de ese nombre, y oriunda de un pueblecito valenciano, que recorría EEUU a bordo de una furgoneta y cocinaba paellas a domicilio. El artículo aseguraba que, incluso, había preparado una en casa de Madonna para un montón de invitados. Cuando le preguntaban las diferencias entre su pequeño pueblo en España y las grandes mansiones de famosos en USA ella contestaba que, en el fondo, la gente es igual de chismosa en todas partes. Me hizo gracia ese comentario y quise plasmarlo en la novela, aunque en este caso, la acción transcurre en el condado de Surrey, en Reino Unido, en lugar de en EEUU.
«No me costó mucho descubrir lo que ocurre en este pueblo: detectan a los forasteros antes incluso de que pongan el pie en cualquiera de sus calles. La voz corre más rápido que los pasos. Para cuando llegan a la plaza ya los están esperando y saben más de ellos que sus amigos íntimos. A veces lo que saben es verdad, otras no, pero ya es «la voz del pueblo».»
El paisaje de La Albufera es el que Amparo siente como su hogar:
«Paseábamos por la rambla, los canales, el barranco, la dehesa, las acequias, el lago… Para él, yo no era una extraña.«


Allí es donde se encuentra su barraca.

«Muy poca gente reside ya en la Albufera, y Piedad dice que le da miedo quedarse sola. Su barraca está a la orilla de la laguna. Desde su porche puede ver los botes cuando pasan. Cada vez son menos. Ahora van llenos de turistas, quedan pocos pescadores.«
La parte principal de la novela se desarrolla en Inglaterra, en el condado de Surrey. Amparo compara el verde diferente del campo inglés con el que rodea su vida en Valencia.
«Pedaleo rápido. El viento inglés me azota la cara. Todo es verde a mi alrededor, de un verde nuevo, un verde húmedo a pesar del sol matutino. Andrew tenía razón, he llegado al pueblo en menos de diez minutos. Aún no son ni las once. Recorro las calles, o debería decir «la calle». Localizo el Duke of Wellington en una esquina. Aún no ha abierto al público. East Horsley no tiene mucho más, casi todo es campo, pero un campo señorial. Para hacer tiempo, he atravesado East Horsley hasta salir del pueblo por el otro extremo, y allí, un poco más a lo lejos, distingo la estación de tren. Freno la bicicleta, doy media vuelta y desando el camino, tengo que hacer tiempo. Giro hacia la izquierda y me topo con una explanada verde delante de una enorme casa, parece un palacio. En su parte frontal, una escalinata trepa hasta una amplia terraza. Supongo que, hace años, lores y ladies celebrarían fiestas en ella respaldados por un ejército de mayordomos y amas de llaves. En el edificio, un par de torres amarillas enmarcan un reloj de números y agujas blancas sobre ladrillos rojizos.»


Gran parte de la acción transcurre en el camping donde Amparo se aloja durante su búsqueda. Allí conoce a Conrad.
«Salimos de la casita roja y recorremos un camino asfaltado hasta llegar a un lago rodeado por un bosque. Varias caravanas y tiendas de campaña añaden otros toques de color al verde del paisaje. Seguimos por un sendero de gravilla donde, a escasos metros, encontramos una autocaravana grande, de las que parece un camión con la casa a cuestas, como un caracol gigante.»


